Cap D’ Agde es un lugar diferente. Divertido y transgresor. Pero sobre todo diferente. Muy diferente. Hacìa tiempo que querìamos ir, pero los veranos son muy calurosos y están muy saturados de gente. Aquì el “personal” es necesario porque forma parte del decorado y el entretenimiento, pero en verano se transforma en agobio. Asì que por fin disfrutamos de un junio no muy caluroso y nos fuimos con nuestro “caracol rodante” a pasar unos días.
Un pueblo entero donde el nudismo es la vestimienta màs habitual pero también màs comedida. Varios campings y hoteles y decenas de restaurantes. Bares y terrazas donde disfrutar de la gente màs alternativa posible, paseando como forma màs discreta y desapercibida, totalmente en pelotas. De ahì, en adelante, lo que a uno se le ocurra. Ese es el colorido de la noche. Los pubs de intercambio son màs habituales que las panaderías y hasta en la playa, esta actividad tiene un apartado especial.
Asì que nada màs instalarnos en uno de los campings con màs sombra, nos fuimos a comprar antes de la hora de la comida. En bolas claro. Mi chica muy bronceada y con un depilado integral perfecto ,totalmente desnuda , quitaba el hipo. Unas sandalias de cuña alta y un collar de coral completaban su look, resaltando unas piernas sin fin con unos andares de bailarina seductora. Necesitè de mucha concentración para no empalmarme durante el paseo, aunque allì, esto no està mal visto por lo que fuimos descubriendo.
Estàbamos ya a punto de regresar cuando Eva me dijo que se le había olvidado comprar algo y que me fuera yo solo para sacar mientras a los perros. Sus ojillos brillaron de manera especial, asì que imaginè que tramaba algo. Habìamos pensado en salir por la noche a tomar una copa y disfrutar del ambiente en una terraza. Esto debía ser un espectáculo parecido a la noche de Sitges, pero en pelota picà. Aunque màs tarde descubrimos que en realidad es un pase de “modelos del tipo de lencerìa màs seductora y atrevida”.
En cualquier caso, si ella tenía alguna idea para comprar, yo también tenía alguna otra, asì que cada uno nos fuimos por nuestro lado, para reunirnos después en el camping para comer. No pude retirar la vista de su culo cuando la vì alejarse. Ahora ya no tuve arreglo: Me empalmè.
Despùès de comer y de sestear, nos fuimos a dar una vuelta por la playa y conocer los alrededores. ¡Un playón oiga!. Una zona enorme que separa campings y mar, donde el pùblico màs familiar se reúne, y con dos laterales de kilómetros en donde se reúnen parejas y grupos del mismo sexo y todos aquellos que quieren divertirse y ser espectàculo. Pero no es precisamente una zona con poca gente. Lo menos que puedes encontarte en una felación o un cunningulis. Esto allí es como darse un beso . En cualquier sitio puedes observarlo y practicarlo y tan habitual como darse crema. De ahì en adelante, lo que se le ocurra a uno, hasta gangbang multitudinarios.
Al regreso del paseo, creo que ya habíamos conectado con la filosofía del lugar. Divertido. Si. Muy divertido.
Cayò la tarde y nos preparamos para salir. Los perros ya habían cenado y el camping se empezaba a tranquilizar. Todos aquellos que no se acercaran al ocio de la noche, estaban ya entrando en ese segundo plano francés al que pasan los ruidos en aquella zona del mundo.
Y Eva se dispuso hacer uso del motivo de su compra. Habìa adquirido unas zapatillas de deporte con colores muy alegres y con un alza considerable, cuya finalidad desde luego no era el ejercicio. Por lo menos el footing no. Este tipo de prendas sòlo las encuentras aquí. E iba a acompañarlas con unos calcetines que hubieran llegado por encima de la rodilla, y cuyo colorido, competido con el de la botas. Hubiera estado para comérsela, pero…¡ Faltaba uno! -¿Dònde està mi calcetìn? Me preguntò Eva. Pero yo no tenía ni idea. Sabìa que había ido a comprar algo, y me imaginaba la utilidad, pero ni tenía idea de què ni lo había visto. ¡Y el maldito calcetìn, tras media hora sin aparecer seguía en búsqueda y captura!.
Me tuvo que confesar que me había preparado una sorpresa con una cariila de pena que estuvo a punto de estropear la noche. Pero nada podría hoy con nosotros. Este era un lugar especial y lo ìbamos a disfrutar a tope. Asì que le enseñè lo que yo por mi parte había comprado. Unos zapatos de fiesta con un tacòn de aguja, no tan largo como me hubiera gustado, pero que al menos la permitìa caminar razonablente erguida. Unas medias de encaje negro, con costura por detrás y altas hasta casi las ingles complementarìan sus piernas de impresión. Tras una primera duda, una sonrisa pìcara iluminò su cara, y se colocò el “disfraz”.Y de esta guisa salimos a disfrutar del ambiente.
La verdad es que si lo de dìa es de traca, lo de la noche es de castillo de fuegos artificiales. Nadie va normal. Al menos lo que hasta ahora habíamos entendido por normal. Y en este caso hubiera sido el ir desnudos. Asì no va nadie. O al menos totalmente desnudos. Todo el mundo viste alguna o varias prendas sacadas de la zona heavy de un sex-shop, pero que dentro de miles de seres humanos asì, resulta esto ser:”Lo normal”. Asì que cuando algo te llama la atención, esto ya es de otro planeta. Y si te sales de las zonas màs transitadas, te tropezaràs con espectáculos improvisados imposibles de ver en otro sitio, habituales aquí. La gente echa un polvo, y sigue la noche como si tal.
El paseo hasta la zona de copas fue de los màs…”ameno”,y viendo pasear a mi chica, vestida/desnuda como iba, la parte final la hice empalmado. Ya no lo pude remediar. Verla asì me supera. Y además ya he dicho antes que aquí que te pase eso es como arrascarse una oreja.
Nos sentamos en una terraza y durante un buen rato vimos pasar el espectáculo. Alguna copa màs cayò porque estábamos a gusto y pasándolo bien ,pero decidimos darnos una vuelta antes de regresar. Y en uno de los pubs enormes que allì te encuentras, con puertas abiertas que parecen las del Corte Inglès y piscina en el jardín exterior, nos metimos con ànimo de acabar la noche. Como en casi todos, resulta ser un lugar de intercambio, aunque no todo el mundo allì se preste a ello, pero el ambiente y el espectáculo es asì.
Una copa màs en el jardín y fuimos a darnos un chapuzòn en la piscina. Eva sòlo se quitò los zapatos, dejándose puestas las medias. Allì iban a morir. Nadamos algo, pero nos besamos y acariciamos mucho, y mientras estábamos agarrados a uno de los lados de la piscina, me susurrò al oído:
--¡Fòllame tonto, que lo estàs deseando!”
La piscina tenía un cristal que permitìa observar a los clientes del sótano, todo lo que en el vaso ocurrìa.
-Pero ¿Sabes que nos están viendo los del bar de abajo?
-¡Claro que si!. ¿No es eso lo que te gusta?
No pude resistirme. Ni pude ni quise. ¿Quièn se negarìa a follar un bombòn con medias y en esa situación? Se girò y quedò de frente a la pared de la piscina, de espaldas a mì, mientras mi polla perseguía un hueco por el que entrar. Agarre sus muslos a la altura de sus ingles y presionè mi cuerpo sobre su espalda. Asì su sexo quedaba literalmente pegado al cristal de la pared, expuesto a las miradas del público que la observarìa. Desplacè mis manos hacìa su vagina y la abrì todo lo que pude. La vista desde abajo tenía que ser espectacular: Dos largas piernas cubiertas aùn por un par de medias de encaje negro, y un sexo abierto de par en par. Sòlo faltaba el poco espacio que se ganó para poder meter mi polla en ella y los siguientes empujes bombeando todo mi amor y mi pasión dentro de ella. Nuestra respiración se fue agitando hasta llegar a un jadeo incontenido casi en el umbral del grito. Y allì explotè. Me corrì como pocas veces lo había hecho, y esa sensación de paz y placer sosegado apareció de nuevo. Me dejè caer de espaldas para liberarla, y Eva se soltò del borde resbalando lentamente hacia el fondo de la piscina, como una toma de cámara lenta , frotando el vidrio separador con sus rodillas y pechos, hundiendo los pezones en su cuerpo espectacular como si quisieran abandonar este paso de danza. Aprovechando el rebote del fondo, salió a la superficie donde yo la aguardaba . Discretamente pude ver sonrisas de aprobación y admiración entre parejas que nos habían observado. Y como no tenìamos modo de secarnos, con los zapatos en la mano, y chorreando agua, nos fuimos al fondo del jardín. Nos acostamos en una de las tumbonas . De la mano como dos colegiales. Y sòlo con el cielo por techo ,permanecimos allì un buen rato.
Un poco màs secos, y Eva ya sin las medias, que chorreando irremediablemente habían acabado en una papelera, nos fuimos de regreso al camping. No fue “un vuelo directo”. La noche era joven y le estábamos cogiendo el truquito a esto” ,pero de las “escalas” os hablarè otro dìa.
Pero por hoy os dejo con la frase de Eva llegando ya al Camping, y que aùn me repite en los oídos: - ¿Dònde està mi calcetìn?

Continuarà