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DESMADRE ROPIL

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Anónimo (no verificado)
DESMADRE ROPIL

Se sabìa atractiva. Miradas ajenas acompañaban el recorrido de su cuerpo. Sus largas piernas y el movimiento acompasado de sus caderas nunca pasaban inadvertidas. Y cuando la ropa lucìa cuerpo y piel, el reguero se hacìa mayor. Pero era su chico quièn unìa admiración y deseo al contemplarla. Y esto le producia una sensación de dominio agradable y casi de ternura al ver como la observaba. Asì que aquel dìa, mejor dicho, aquella noche, iba a echar el resto.
Salir del camping, y tener que vestirse siempre daba mucha pereza. Pero esta noche, el ambiente caluroso de días anteriores se había atemperado bastante, y casi resultaba agradable la protección de algo de ropa. Lo justo para no dar la nota en el chiringuito de la cena. Ya en el pub, esto sería territorio màs tolerante y abierto. Blusa negra de encaje dejando poco a la imaginación, sobre un sujetador (Què remedio!) del mismo color y una mini falda vaquera rivalizando en tamaño con el cinturón. Debajo de ella, la ropa interior sòlo acompañarìa el momento de la cena, desapareciendo ya en la zona de copas. Unas sandalias con algo de tacòn, terminaban de perfilar sus piernas infinitas. Algùn marido se llevarìa un pescozón de su pareja, por mirar de màs a la rubia que me acompañaba. Si: Ella: Eva.
El paseo en moto hasta el chiringuito fue un festival de piernas rebeldes a esconder ni un milímetro de su territorio. La cena, una sucesión de placeres carnales. De sabores y de miradas. Y la copa (Las) en el pub, todo un muestrario de intenciones sensuales…Y sexuales.
Asì que en el retorno al camping les acompañò un tercero: El deseo. Màs intenso por desnudar del todo aquel cuerpo de impulso fetichista y pasiones desatadas. Una contradicción en sì misma. Vestida le incitaba a desnudarla. Desnuda , la recordarìa provocadora y sexy en su disfraz de angel trangresor .
Pero antes de llegar al camping, una ùltima copa junto a la playa que le permitiera verla y memorizarla para siempre. Sòlo tres prendas la cubrìan aùn. Las sandalias; la mini falda y la blusa libre ya de la compañía del sujetador. Sus pechos y pezones eran claramente visibles a través del encaje y la insinuante colocaciòn de sus piernas, permitìan ver claramente la interioridad de sus muslos hasta sus labios vaginales formando una sonrisa vertical abierta y provocadora. Cada cambio y cruce de piernas mostraban nuevas profundidades de su sexo depilado y zona perianal. Los ojos de èl ni parpadeaban. Y posiblemente los de alguno màs tampoco. Seguro. Pero era parte del juego divertido y pícaro que aquella noche habían iniciado y que acabarìa en pocos minutos con una follada total y desinhibida en la playa. Bueno no fue una, sino dos . Pero ambas desinhibidas totales…