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APOYADA SOBRE EL BARANDADO...

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Anónimo (no verificado)
APOYADA SOBRE EL BARANDADO...

Apoyada sobre el barandado , observaba los reflejos de la luna sobre un mar oscuro y silencioso. Era la parte màs alejada y solitaria de una enorme terraza perteneciente al bar del camping naturista al que acabábamos de llegar para pasar unos días. Sin ser consciente de ello, había abierto ligeramente la postura de las piernas, y la brisa acariciaba suavemente su cuerpo desnudo, queriendo entretenerse màs bajo el arco de sus ingles, rozando levemente sus labios vaginales y produciéndole una tibia sensación erótica. Fueron minutos o quizás días los que le pareció disfrutar asì. Toda la eternidad si hubiera podido ser, pero el sonido de una pareja acercándose, la devolvió a la realidad. Un simple intercambio de buenas noches, y se alejaron buscando otro rincón. Su actitud revelaba que no era disfrutar de la vistas lo que buscaban. Al menos de las vistas del horizonte. Otras quizás si. Tras unos instantes de silencio, pudo comprobar como aquellas dos sombras del fondo, apenas visibles en la oscuridad, pero evidentes por el ruido ronco de sus escarceos, habían comenzado los movimientos de follar con la audacia que la pasión permite. En cualquier otro lugar hubiese resultado algo un poco escandaloso. Aquì y en estas circunstancias, era casi ternura lo que inspiraban. Y un poco de morbo también. Quizàs la brisa que de nuevo se había levantado y recorrìa descaradamente su cuerpo, unida a la escena que observaba sin recato, la devolvió a la situación anterior. Se diò cuenta que sus pezones se habían endurecido, y su sonrisa vertical, comenzado a abrirse, síntoma de que la excitación empezaba a reflejarse en su cuerpo, màs allà de su mente.
Casi sin darse cuenta, los dedos acudieron en busca de su sexo, y lentamente empezaron a frotarlo, sin desviar en ningún momento la mirada de lo que al fondo seguía ocurriendo. Poco a poco, lo que al principio eran caricias, llegaba ahora a transformarse en un ejercicio de pasión desenfrenada frotando desaforadamente sus labios, erizando su piel, y haciendo emerger un clítoris a cada momento màs activo. Un dedo, dos, tres, todos en tropel acudìan a servir a la imaginación y el deseo, desparramados todos por las zonas màs erógenas de su cuerpo y llevándola al orgasmo una y otra vez. Durante un tiempo, el universo se parò, y sòlo tuvo en su cabeza deseo, sexo y pasión. Cuando todo explotò en un climax descontrolado, su cuerpo se adormilò. Sus músculos se destensaron. Su piel se recuperò, y tan sòlo su respiración acelerada se resistìa a olvidar lo ocurrido. Cuando regresò al mundo consciente, comprobò que la pareja del fondo había pasado de observada a observadora, y al retirarse y pasar junto a ella, la dedicaron una sonrisa complacida y un buenas noches prometedor.
¡Què noche tan genial! ¿Y dònde està el tonto de mi chico? ¡Media hora para traer unas bebidas , y una eternidad haciendo esperar a su amor! .
Y cuando por fin llegó, su mirada traviesa y su nariz respingona convencieron rápidamente a su “camarero particular” de ir a cierta oscura esquina de la terraza, que acaba de quedar libre