Hoy domingo, varias personas hemos podido asistir al vergonzoso comportamiento en Divernis de un tío que, más que probablemente, iba drogado. Se movía como con espasmos, gritaba y no sabía ni dónde iba. Para que los responsables lo tengan en cuenta y no le vuelvan a dejar pasar, tenía unos 50 años, 1,75 de altura aproximadamente, y estaba acompañado de una mujer de unos 50 también, rellena, con el pelo rapado por detrás y por los lados. Eso sí, ella muy educada en todo momento; de hecho le ha llamado la atención varias veces.

El tal "Rober", que así se llama, ha empezado a increpar a un chico en la piscina pequeña sin venir a cuento. Somos testigos de que el chico ni se había movido, y simplemente por mirar a la mujer, ha empezado a gritar. Ella le ha dicho "ya sabes a lo que vienes aquí". El "Rober" se ha puesto como loco y, en su estado de drogadicción, ha salido y ha empezado a coger toallas y chanclas de otras personas. Varios le han tenido que llamar la atención y quitárselas antes de que se las llevara. Se he tirado un rato discutiendo con la mujer con la que iba, andando con espasmos de un lado a otro, hasta que ella ha decidido marcharse en vista de la situación. No contento con todo eso, mientras estaba en el vestuario ha vuelto a intentar buscar bronca. La verdad es que el tío ha tenido mucha, mucha suerte de no irse con dos dientes menos o con la nariz partida, porque ha habido al menos tres personas que se han tenido que contener para no untarle los morros.

La pasta es la pasta, pero precisamente por eso, tendrían que prohibir entrar a este individuo. Porque por ganar 30 euros de su entrada, pueden perder 5 o 10 clientes.