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UN AMANTE SUAVE COMO EL VIENTO part 2

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UN AMANTE SUAVE COMO EL VIENTO part 2

UN AMANTE TAN SUAVE COMO EL VIENTO part 2
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Disfrutaron de la comida. La caleta era extraordinaria y sòlo su imposibilidad de acceso por tierra la había mantenido libre de gente. Por el contrario, hubiera sido uno de los lugares preferidos por el pùblico. Protegida del mar, arena fina y rocas en los laterales ideales para la pràctica del buceo.
El ejercicio sexual de la mañana y los efectos de la digestión, acabaron en una siesta protegida por el silencio del entorno. Cada pareja busco la protección del sol en la zona de rocas y el sol dejó de castigarlos al menos por un rato.
Cuando Antonio se despertó no quiso moverse para no molestar a Eva. La contemplò largo rato y como sòlo podía hacer cuando dormía como ahora o cuando la recordaba a través de los cientos de fotos que de ella tenía y repasaba. Estando despierta, le descubrìa en su mirada la pasión que sentía y el efecto que la visión de su cuerpo desnudo la producía. Ahora podía observarla con tranquilidad y descaro, sin tener que soportar sus burlas por la erección consiguiente. Amor y deseo sexual se juntaban en un coctail explosivo. Estaba enamorado de ella y deseaba su cuerpo a todas horas. Tumbada a su lado, relajada y tranquila, seguía provocándole una excitación difícilmente entendible por alguien que no les conociera. Era hermosa. Y deseaba acariciarla cada vez que la veìa. Mil años a su lado no hubiera sido tiempo suficiente para hacerle el amor todo lo que quisiera. Al menos ahora, podía observarla a placer todo lo que quisiera. Sus ojos la recorrìan como antes lo hiciera el viento, sin dejar un sòlo centímetro de piel sin controlar. Hacìa rato que su sexo ya había recobrado su “compostura “ pero a èl le seguía pareciendo una tentación. Seguìa mirándola de esta forma, cuando se despertó con una sonrisa. Quizàs descubrió su mirada. O quizàs sus pensamientos fueron tan intensos que abrió los ojos pensando en èl. El caso es que se abrazaron como si hubiesen estado despiertos todo el rato. Asì permanecieron un rato hasta que èl le preguntò:
-“¿De verdad te puso tan cachonda el aire y el sol o estabas pensando en algo màs?
-”No de verdad, fue sòlo eso. Bueno y días que todos tenemos algunas veces. El relax, la compañía, el paseo en barco, todo hace para estar tan a gusto que las sensaciones se potencian mucho”. La verdad es que lo estoy pasando muy bien. Tan libre y tan deshinibida para todo. No quiero irme nunca.”
-“Ven, túmbate en mi regazo y abre un poco las piernas”
-“Otra vez no por favor. Que no me he recuperado aùn de lo de antes. Cuando lleguemos al hotel te dejo que me hagas màs cosas pero estoy aùn cansada. Lo de antes ha sido bestial.¿Crees que me habràn oído gritar?”
-“Pues supongo, pero ellos también lo hacían. No pasa nada. Es sòlo sexo. “
-“ Pero es que yo he acabado con el coño tan abierto que no sè que parecía y daba un poco de corte cuando me miraban”
-“No te preocupes. Marta en la barca también nos ha enseñado sus agujeros màs íntimos en profundidad. Es un juego del que podemos disfrutar. Por cierto, si hoy es uno de “esos días déjame probar. Abre un poco las piernas , anda, que no voy a hacerte nada, sòlo voy a jugar con la arena”
Y Eva abrió las piernas permitiendo hacer. El cogió uno de los vasos de plástico y lo llenò de arena y comenzò a dejarla caer lentamente sobre el cuerpo de Eva como si de un reloj de arena se tratara. Primero desde el cuello, bajando por el torax y llegando hasta la zona del pubis. Estaba caliente por efecto del sol, pero no sintió su temperatura hasta que empezó a caerle sobre sus labios vaginales. Estos se tensaron inicialmente, para luego relajarse de nuevo y abrirse a las caricias que el chorro de arena ideaba sobre su piel màs sensible. Rellenando de nuevo el vaso con la màs caliente que pudo tomar, retornò su descarga esta vez rodeando su clítoris que ahora empezaba a aparecer entre los pliegues.
Creò una corola alrededor de la cabecita que empezaba a respingar y los lijeros jadeos que escuchò de su pareja le confirmaron que el juego funcionaba. Hilillos de suave y caliente arena descendían desde el pubis por la parte exterior de su vagina, inundando de placer sus zonas màs erógenas. Cuando una pequeña piedra totalmente pulida por los efectos del mar y con una temperatura aùn mayor la colocò sobre su clitoris, un torrente desenfrenado de pasión interna se desparramò por su piel y Eva no pudo contenerse màs. Se levantò tambaleante y cogió de la mano a su chico llevándole unos metros màs allà hasta alcanzar la orilla y limpirase precipitadamente toda la arena pegada aùn al cuerpo. –“Fòllame ya mismo. Empàlmame fuerte fuerte, àbreme toda no aguanto màs…” Y apoyando las manos sobre una roca, se dejó hacer hasta que ambos se corrieron de nuevo. Ya no les importaba que pudieran verles sus amigos. Estaban solos en el universo y todo lo demás gravitaba fuera de su espacio.
El la besò suavemente en la nuca y ella intentò devolver el gesto girando lo que pudo su cabeza. Pudo ver como Marta y Pablo, levantados de la siesta, les habían copiado las intenciones y follaban libremente sobre la toalla a la que casi llegaba ya la marea, mientras Ana y Luis recogían los bártulos en espera que “los cuatro tortolitos” terminaran en sus pràcticas amorosas.
Cuando regresaron a la barca e iniciaron la vuelta a puerto, las chicas siempre màs abiertas a comentar entre ellas sus pràcticas sexuales, no pararon de hablar ni un instante.
-“Jo tìa, y parecías modosita. ¡Vaya dìa que te has dado! ¿Ha sido sòlo por el efecto del viento o tienes otros trucos?” Preguntò Ana dirigiéndose a Eva.
-“La verdad es que no sè. Ha sido todo muy raro. El viaje, la mañana tan ideal, la compañía tan abierta, y quizás también el aire y el sol dònde ya sabéis. Lo cierto es que estaba muy animada.”
-“¿Animada? Estabas hecha un huracán. ¡Què genial” Intervino Marta.
-“ Cuèntanos el truco de la posición” -Preguntò Marta -“¿Es asì? – Colocàndose tumbada boca arriba en la toalla a proa del barco y apoyando las piernas flexionadas sobre los pies.
-“¡Sì, màs o menos es asì. Te abres un poco el sexo, y dejas que el viento te acaricie y penetre por èl” - Contestò Eva

…Y entre risas volvieron a puerto “tres coños abiertos y sonrientes al sol” dejándose acariciar por la mano del viento. Miles de dedos rozaron por un tiempo màs, su intimidad màs expuesta .
Continuarà…